jueves, 10 de febrero de 2011

El robo


Al llegar a casa, mi madre me echó la bronca y todo porque me habían robado el collar de oro que mi abuela me había regalado entes de fallecer. Bueno, mejor os explicaré toda la historia, pero desde el principio.
Todo empezó como en todos los fastidiosos días de clase, pero lo que iba a suceder ese especialmente sería mucho peor. Mi amiga Carla me pasó a buscar y fuimos hacia el cole. A primera hora, como era jueves, teníamos catalán. Era un poco tostón, pero como decía mi padre “Algún día te servirá de algo”. Yo, sinceramente, no acababa de creérmelo.
Por suerte para mí, el profesor de catalán no estaba ese día, y vino un profesor de guardia. La hora se pasó rápido y luego teníamos francés, eso sí que se me daba bien. Teníamos examen y no había podido estudiar, pero me fue bastante bien, al fin y al cabo.
Después del patio fuimos al aula de música y luego…
Pasó en esa clase: me robaron el colgante. Todo era normal, me vestí y la profesora de Educación Física me hizo quitar el colgante, como siempre. Lo dejé en la mesa que estaba en un lateral de la pista. La clase transcurría como de costumbre, el problema fue cuando fui a recoger el colgante y… ¡El colgante no estaba!
Me pasé todo el día buscándolo y ni rastro. Al llegar a casa, la historia ya la conocéis. Al día siguiente también tenía Educación Física. Yo estaba un poco “depre” por lo del día anterior ya que le tenía mucho cariño a ese colgante. Fui a dejar mi anillo de la surte y… ¡Pues sí que era de la suerte!
Resulta que el colgante de mi abuela se había caído de la mesa y se había quedado escondido detrás de una pata. Al llegar a casa estaba muy triste y mi madre, enfadada por lo del día anterior, pero al enseñarle el colgante se le cambió la cara de golpe.
Y así terminó la historia.

Daniel Rodríguez, 3r B

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