lunes, 7 de febrero de 2011

Dos historias


En la oscuridad

Al principio no veía nada, pero a medida que pasaba el tiempo, mis ojos se iban acostumbrando a la oscuridad. Tenía miedo.
Yo los volvía a cerrar, y buscaba la protección que me daba esa sensación de estar a oscuras. No ver nada me protegía contra lo que pudiese haber en aquel lugar desconocido. Pero todo esto no era lo peor, sino la sensación de notar la presencia de algo o de alguien. Me pasé un buen rato temblando y apretando los ojos para que no se me pudieran abrir de ninguna manera. Pasado un tiempo ya no tenía tanto miedo, quizás era porque no me había sucedido nada, pero de repente una corriente de aire cerró la puerta con un fuerte golpe que me despertó.



Una lucha diferente

De repente, una noticia le dio mucho que pensar sobre un tema que hasta el momento lo había vivido de lejos.
Cuando el médico le dio los resultados se quedó totalmente bloqueada. No sabía qué hacer, ni cómo reaccionar, y menos aún qué pasaría con ella. Ella solo reía, y le decía al médico que esto no le podía estar pasando a ella. Después de calmarse un poco y aceptar la única y dura realidad, se dio cuenta de que a pesar de todas las dificultades que se le presentaban, todo tenía solución. Lo que le quedó claro desde aquel momento, fue que tenía que luchar, ya que era la única esperanza, “su única esperanza”. Por mucho que nosotros la intentásemos ayudar, no podíamos, ya que esa era su batalla, y lo único que le podíamos ofrecer era nuestro apoyo. Y así fue como a partir de ese momento empezó su lucha contra el cáncer.

Marta López, 3ºB

No hay comentarios:

Publicar un comentario