viernes, 26 de febrero de 2010

La vieja


Había una vez una vieja que tenía siete gatos y dos amantes. Uno era el mejor amigo del marido y otro era el hermano del marido. Estaban con ella cuando su marido se iba de viaje por trabajo;y en cuanto a los gatos el marido estaba harto de ellos.
Ella poco a poco sin darse cuenta se iba quedando sin familia.
Cuando el marido regresó de viaje encontró a la vieja con su hermano en la cama, para él era la esposa perfecta él y un buen hermano. Ellos nos se dieron cuenta de que él había llegado, y se fue silenciosamente. Buscó a su mejor amigo para contarle lo sucedido, y cuando se enteró fue a buscar a la vieja para ver si lo que le contó el marido era verdad. Cuando llegó a casa de la vieja se dio cuenta de que lo que le había dicho el marido era verdad. Al mejor amigo le dio mucha rabia; entró en la habitación y cogió al hermano y lo tiró por las escaleras abajo. Quedó inconsciente. Entonces el marido volvió a su casa y vio a su hermano con sangre en la cabeza y escuchó cómo la vieja y el mejor amigo discutían. Fue a escuchar lo que estaban hablando y se dio cuenta de que la mujer también se acostaba con el mejor amigo. Entró en la habitación y lo tiró por la ventana.
El marido, muy destrozado por haberse enterado que la mujer lo había engañado con su mejor amigo y su hermano, se ahorcó.
La mujer, como se quedo sin ninguno de sus amantes ni su marido y como había visto que todos morían, se quedó traumatizada y se volvió loca.
Parece ser que la mujer tenía muy mala suerte y comenzaron a morirse sus gatos también.
El primero de todos fue Aristóteles, el gato que le regaló su padre. Se murió suicidándose con un cuchillo afilado de carnicero en la cocina.
El segundo fue Carmeno un gato que recogió del basurero. Se murió por ‘’accidente’’
La tercera Germina, la que le había regalado su marido. La atropelló un coche.
Los cuatro que le quedaban los cocinó.
Pero al final ella se intentó matar y su familia la internó en un manicomio.


Marian Pedraza, Aida Zaragoza, 3r B. Castellano

Una experiencia inolvidable


Estaba en una casa, una casa en el centro de Viena. Vivía con mi tío Pedro y mi tía Noelia. No estaban casados, pero mantenían una relación sentimental des de hacía catorce años. Tenían un hijo en común de dieciséis años llamado Álex, pero se marchó a vivir con unos amigos cuando cumplió los catorce.

Estábamos cenando en la terraza porque era verano. Tenía calor y estaba sudando. Mi tío se acercó a mí con un cuchillo:

- ¿Tienes calor? ¿Quieres algo para refrescarte un poco?
- No, gracias. Estoy bien. Pero, ¿me podrías traer una toallita húmeda?
- Claro, espérate un momento.

Mi tío y mi tía entraron a buscarme la toallita húmeda. Estuvieron cinco minutos buscándola y yo ya estaba empezando a sudar por partes por las que nunca antes había sudado. Finalmente, la encontraron. Escuché el chillido de mi tía y rápidamente entré para ver qué es lo que había pasado.

- ¿Noelia? ¡¿Noelia?! ¿Dónde estás? – pregunté yo muy asustado.
- ¡Aaaaah! ¿Qué es esto cariño? Tengo miedo. – dijo con voz temblorosa mi tía.
- No lo sé.., parece una mancha de sangre, hace un rato no estaba ahí. ¿Pero de quién es? – preguntó mi tío.

Cuando llegué a la cocina vi a mis tíos abrazándose muertos de miedo, estaban observando un montón de toallas apiladas unas encima de las otras, todas ellas manchadas de un líquido de color rojizo.

- ¿Qué pasa? ¿Qué es esto? –pregunté yo, desesperado.
- Parece sangre –dijo mi tía.
- Sí, lo parece. ¿Pero qué hace esta sangre aquí, y cómo ha llegado? – dijo mi tío.
- Hace unos minutos eso no estaba aquí. ¿De dónde ha salido?
- No lo sé…

Estaba asustado, tenía miedo. ¿De dónde había salido eso? Era sangre…, lo era. Empezamos a buscar alguna pista para averiguar de dónde procedía la sangre. No encontrábamos pruebas, no encontrábamos nada.

Estuvimos buscando y buscando pero no encontrábamos nada. Debajo las escaleras, dentro de los armarios, encima de las estanterías, pero nada, no había nada. Estábamos desesperados. No había nada en ningún sitio. De repente, se me pasó por la cabeza la idea de que quizás la prueba no estaba dentro de casa, sino en el exterior. Salí. Miré por el jardín, y encontré un cuchillo lleno de sangre envuelto en una toallita blanca.

¿Quién había dejado el cuchillo allí? ¿Y por qué?


THE END


Míriam López, Sergio Monterroso, Xènia Rodríguez, 3r A. Castellano



jueves, 25 de febrero de 2010

Cómo vas a saber


Cómo vas a saber

Cómo vas a saber lo que es el amor
si nunca te hiciste hincha de un club.

Como vas a saber lo que es el dolor
si nunca has sufrido por un ser vivo.

Cómo vas a saber lo que es el placer
si te pasas el día sin nada que hacer.

Cómo vas a saber lo que es la poesía
si no te enamoraste en la vida.

Cómo vas a saber lo que es la humillación
si nunca fallaste un gol.

Cómo vas a saber lo que es el odio
si nunca te echaron del podio.

Kevin León, 3ºB. Castellano

miércoles, 24 de febrero de 2010

El bolígraf


El bolígraf

Un bolígraf pot ser un món
amb què s'escriuen contes,
alguna carta d'amor
o infinites coses tontes.
Pots escriure a tot arreu
sense l'ús de cap tinter,
fins i tot s'escriu de peu
en un lloc on no s'hi veu,
sempre que tinguis paper.
Se'n fan de tot tipus
i també de tots colors,
amb caps d'elefants i micos,
verds i blaus, fluixos i forts.
Tothom n'ha utilitzat
algun cop a la vida,
un boli nou o bé usat,
vermell, verd, blau, negre o lila.
Però, com sempre tot,
té límit la seva vida
quan se li acaba la tinta.

Mònica Cabezas, 3r A. Català

La rusa solitaria


La rusa solitaria

Era media noche allí, la gente estaba nerviosa.
Estaban todos preparados para oír aquello tan esperado
Que tanto se había prolongado; ella se sentó
Y rápidamente se calmo, se podía ver el miedo
Que su mirada reflejaba: ya era la hora.
Lentamente empezaron a salir palabras de la boca
De aquella mujer que anunció el destino,
De aquella frágil niña solitaria, con una vida por delante.
Su único amigo allí se había ido y sólo le quedaba la angustia
Que sentía, porque en el fondo ella lo presentía.
La pobre niña oyó las desoladoras palabras que el pueblo había decidido
Y tuvo que marcharse y quedarse con todo lo allí vivido.
Las lágrimas brotaron de sus ojos, aunque en el fondo quería
Volver a ver a su amigo algún día.

Sergio Monterroso, 3º A. Castellano

domingo, 21 de febrero de 2010

Un buen día


Un Buen Día.



Ayer caminaba por Barcelona, era un buen día. Entonces me paré ante una de esas tiendas de electrónica con un montón de televisores en el escaparate, y me detuve para ver una que me llamó la atención, en la que daban el canal de música. El hecho es que salía yo en un primer plano, ¿cómo diablos había ido a parar allí? Entonces el plano se volvió americano y aún alucié más con lo que vi a continuación, ¡¡estaba en un escenario junto a los Beatles!! Pero… no podía ser, no podía ser yo!, ¡yo no he estado en este escenario! Pensé que tal vez sería alguien que había vivido en los 60 y se parecía a mí… A ver, yo no puedo ser… nací en el 1995, ¿cómo voy a vivir en los 60? Como no sea mi madre… ¡ajá! Aunque mucho no me cuadra ya que mi madre nació en el 1963 y que yo sepa, la canción es del mismo año y como que mi supuesta madre no tiene mucha pinta de bebé en el clip. A ver… ¿entonces es mi abuela? ¡No! No puede ser, si fuera mi abuela en el 1963, no creo que hubiera tenido a mi madre con mi edad, 14 años. Entonces debe de ser una coincidencia muy concidencial. Me quedé absorta mirando el vídeo, y me fijé bien en él. Espera, ¡este vídeo no es del 1963, es del 2008! Pero, esa persona sigue sin ser yo. Aunque estos siguen siendo los Beatles… ¿Coincidencia? No lo creo… Igual van disfrazados… ¡pero vamos a dejar a los Beatles! Vamos a ver de quién es esta cara que ocupa toda la pantalla junto a los Beatles… ¿Puede que tenga una hermana gemela? Pero si la tuviera…me lo habrían contado… ¡La madre que la parió, si lleva mi ropa! A ver… me conocen por ser tonta… ¡pero no soy tan tonta! O sí… Bueno, sea quien sea ya llego tarde a casa de Raquel, mejor que me vaya. Me voy.

¡Espera, “he” desaparecido de la pantalla! Me acerqué corriendo y mi gemela televisiva volvió a poner su careto en la pantalla. En fin, tampoco se parece tanto a mí…, esta es demasiado fea. Va, me voy, que Raquel me espera. ¡Eh! ¿Y por qué se va ella también conmigo? A ver, -¡Ha vuelto! –Exclamé inconscientemente en mitad de la calle. No puede ser, no tiene sentido, no puede ser que haya una pava parecida a mí y con mis mismas ropas, que no quite la cabeza de un vídeo musical de los Beatles. Pero… ¡no puede ser! Raquel me está esperando… ¡Pues que me espere! Quiero saber quién es esa pava…; voy a esperar a que acabe el vídeo, puede que salgan los créditos… ¡Al fin se está terminando! A ver los créditos…

John Lennon, Voz y Guitarra Acústica.
Paul McCartney, Bajo Eléctrico.
George Harrison, Guitarra Eléctrica.
Ringo Starr, Batería.

¿Bueno, y los actores donde están? -Susurré pegando mi narizota al cristal del escaparate… Y mi cara seguía en la pantalla… ¿Cómo podía ser? Igual se había quedado colapsado… Creo que lo mejor será entrar y preguntar al tendero si su maravilloso televisor está colapsado.

Pero justo antes de que sacara mi narizota del escaparate, salió el dueño y me gritó:
-¡Niña! ¡Que me estás manchando el cristal!

Saqué mi nariz de allí y esta vez también vi al tendero que estaba a mi derecha en la pantalla del televisor. Me quedé atónita.

Ya está, ya lo entiendo todo… ¡Malditos reflejos!

Laerke Saura i Clàudia Raventós Castellano 3º B