domingo, 20 de febrero de 2011

El gigante de los Andes


Los amigos aventureros se encontraban en una de las más grandes montañas de los Andes. Entraron en una cueva muy oscura y profunda, con diferentes caminos; parecía un laberinto. Llevaban consigo linternas y palos. De repente oyeron un ruido; mirando en uno de los caminos vieron una luz de antorcha. Nadie se atrevía a acercarse, aún más, algunos querían huir. Repentinamente vieron a un gigante parecido a un mono; era un Yeti. Él corrió hacia ellos furioso, pues lo habían interrumpido en su siesta. Ellos corrieron rápidamente por los caminos laberínticos, refugiándose en uno estrecho. El Yeti no podía pasar, pero tampoco había salida en ese camino. Esperaron allí dos horas pero el Yeti no se movía de allí, sino rugía amenazándolos. Ellos se unieron a una, alzando los palos y golpeándole en la cabeza; mas para el Yeti eso eran como acaricias, es más, rompió sus palos con sus manos, y no alcanzó a herirlos.
Sólo un palo había quedado, con el que intentaron hacer una salida. Consiguieron escapar por el canal que habían abierto.
El Yeti no se dio por vencido, sino que corriendo salió de la cueva para alcanzarlos, pero se vio separado por un pequeño barranco. Saltó hacia ellos, aunque no llegó; mas pudo cogerse en el borde en donde estaban ellos. A pesar de muchos intentos, no podía subir; iba poco a poco perdiendo la fuerza. Los jóvenes lo observaban. Viéndose perdido, se puso a llorar, y ellos, compadecidos, le ayudaron a subir. Agradecido por esto no los hirió, sino que se hizo su amigo. Y como temía volver a saltar el barranco para ir de nuevo a su cueva, anduvo con ellos empezando una nueva aventura.
¡FIN!


Tot de Déu Herrera y Marc Raventós, 3ºA

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