martes, 9 de marzo de 2010

La imaginación puede llegar a ser realista


Era una mañana fría y triste. Marina estaba hablando con su mejor amiga en el bar en el que habitualmente se encontraban cada día. Ella le explicó que ya había acabado su carrera como fotógrafa; para Marina eso era una noticia muy importante, ya que significaba que se podría comprar un piso propio.
Se despidieron al acabar de explicarle lo ocurrido y, como le apetecía leer, se fue a la librería. Entró y en ese momento sintió una agradable sensación, pues la librería era muy bonita y estaba decorada rústicamente, algo que a ella le encantaba. Entonces se fue directamente al estante de los libros de relatos. Cuando se decidió a escoger un libro, sintió un escalofrío que le recorrió toda la espalda, un escalofrío extraño y misterioso que le hizo girarse. Al principio no vio nada, pero algo le decía que tenía que buscarlo, tenía que buscar la razón por la que sintió ese escalofrío. Lo busco por toda la biblioteca y entonces vio a alguien, alguien que le llamó la atención; era un chico muy atractivo, y mutuamente se miraron. Cuando se cruzaron sus miradas vio algo extraño y sorprendente, y de pronto él desapareció.
Volvió a casa preocupada pensando que algo de ella había quedado en esa librería; por otra parte tenía miedo, miedo a no poder ver nunca más a ese precioso ser. Por esa razón estaba tan intrigada y al día siguiente volvió a esa librería a la misma hora. Entró en ella, recorrió todo el lugar y no lo vio, pero decidió coger un libro. Pasaron los días y ella seguía intrigada. Como no había rastro de él, poco a poco se iba quedando sin esperanzas. Cuando acabó de leer el libro decidió devolverlo, pero justamente ese día fue cuando vio de nuevo al chico, a ese precioso ser. Cuando fue a dejarlo en su sitio correspondiente, volvió a sentir la misma sensación, se giró y lo vio. Se estuvieron mirando unos 2 minutos atentamente a los ojos; ella miraba sus ojos verdes y él miraba sus sencillos ojos marrones. Ella dio un paso, un paso para poder llegar a sentir su piel. Cuando estaba a punto de rozarle, él desapareció.
Fueron pasando los meses, y ella cada segundo lo recordaba. Se había dado cuenta de que se había enamorado, enamorada de una persona irreal, una persona perfecta que nunca podría tener en sus brazos.
Un día como otro cualquiera fue al bar con su mejor amiga a tomarse un café. Quedaron para que Marina le explicara lo ocurrido, como cada semana. Marina empezó a hablar, se echó a llorar de la tristeza que sentía porque sabía que nunca más podría ver a esa persona tan importante para ella. De repente vio aparecer una sombra idéntica al chico que vio en la librería detrás de su amiga. Ese chico se acercó a ella y le preguntó que por qué lloraba. Ella le contestó: "Lloro por alguien imaginario que acaba de aparecer ante mis ojos". Entonces el chico lo entendió, le sonrío y la besó.
Marina entendió que ese chico que se había imaginado en la biblioteca lo tenía siempre en la mente, ella no lo sabía, pero al verle, supo que ella lo amaba. Era la persona perfecta para ella. Era su verdadero amor.


Ayas, Iris
Ducasse, Claudia
Martínez, Andrea; 3r B, Castellano

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