viernes, 26 de febrero de 2010

Una experiencia inolvidable


Estaba en una casa, una casa en el centro de Viena. Vivía con mi tío Pedro y mi tía Noelia. No estaban casados, pero mantenían una relación sentimental des de hacía catorce años. Tenían un hijo en común de dieciséis años llamado Álex, pero se marchó a vivir con unos amigos cuando cumplió los catorce.

Estábamos cenando en la terraza porque era verano. Tenía calor y estaba sudando. Mi tío se acercó a mí con un cuchillo:

- ¿Tienes calor? ¿Quieres algo para refrescarte un poco?
- No, gracias. Estoy bien. Pero, ¿me podrías traer una toallita húmeda?
- Claro, espérate un momento.

Mi tío y mi tía entraron a buscarme la toallita húmeda. Estuvieron cinco minutos buscándola y yo ya estaba empezando a sudar por partes por las que nunca antes había sudado. Finalmente, la encontraron. Escuché el chillido de mi tía y rápidamente entré para ver qué es lo que había pasado.

- ¿Noelia? ¡¿Noelia?! ¿Dónde estás? – pregunté yo muy asustado.
- ¡Aaaaah! ¿Qué es esto cariño? Tengo miedo. – dijo con voz temblorosa mi tía.
- No lo sé.., parece una mancha de sangre, hace un rato no estaba ahí. ¿Pero de quién es? – preguntó mi tío.

Cuando llegué a la cocina vi a mis tíos abrazándose muertos de miedo, estaban observando un montón de toallas apiladas unas encima de las otras, todas ellas manchadas de un líquido de color rojizo.

- ¿Qué pasa? ¿Qué es esto? –pregunté yo, desesperado.
- Parece sangre –dijo mi tía.
- Sí, lo parece. ¿Pero qué hace esta sangre aquí, y cómo ha llegado? – dijo mi tío.
- Hace unos minutos eso no estaba aquí. ¿De dónde ha salido?
- No lo sé…

Estaba asustado, tenía miedo. ¿De dónde había salido eso? Era sangre…, lo era. Empezamos a buscar alguna pista para averiguar de dónde procedía la sangre. No encontrábamos pruebas, no encontrábamos nada.

Estuvimos buscando y buscando pero no encontrábamos nada. Debajo las escaleras, dentro de los armarios, encima de las estanterías, pero nada, no había nada. Estábamos desesperados. No había nada en ningún sitio. De repente, se me pasó por la cabeza la idea de que quizás la prueba no estaba dentro de casa, sino en el exterior. Salí. Miré por el jardín, y encontré un cuchillo lleno de sangre envuelto en una toallita blanca.

¿Quién había dejado el cuchillo allí? ¿Y por qué?


THE END


Míriam López, Sergio Monterroso, Xènia Rodríguez, 3r A. Castellano



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