viernes, 11 de febrero de 2011

211212

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Esta tarde es una tarde cualquiera, la única diferencia es que he empezado mi programa de televisión, mi propio programa. Hablaré sobre el apocalipsis, y no sé si va a ser del agrado de la gente, solo espero que obedezcan todas y cada una de las órdenes que iré dando.
Estamos a 21 de noviembre de 2012, y tan solo falta un mes para el fin del mundo. Yo de vosotros construiría un búnker con reservas de alimentos y bebidas para una semana aproximadamente. Yo lo haré.
Ya sé que para ser mi primer programa les va a parecer corto y simple, pero es mucho mas importante de lo que se imaginan.
Ha pasado una semana desde que empecé mi programa, y cada vez va peor; está perdiendo mucha audiencia, y hasta he salido en el periódico con el rídiculo título de “un loco nos toma por tontos”. Yo les puedo asegurar que no estoy loco, y tengo muchos conocimientos sobre el tema. Repito y exijo que la gente obedezca, pero cada vez veo más claro que la gente se lo toma a cachondeo.
Hoy se emitirá mi ultimo programa, y no podré estar con ustedes ya que estaré preparándome para el gran día; además pronto girarán los ejes de la tierra y no habrá nada de electricidad. Ya sé que les voy a parecer pesado, pero, por favor, háganme caso, no les cuesta nada construir un simple refugio y coger un poquito de comidita, y en cambio, si no lo hacen les va a costar toda una vida.
Cuando faltaba una semana para el gran día, me metí en el búnker, por si acaso se adelantaban mis cálculos. No salía para nada. Yo me quedaba resguardadito allí dentro.
Hasta que llegó el esperado día, el 21 de diciembre de 2012. El día ya no empezó normal, habitualmente empieza a amanecer a las 6:00, y ese día no salió el sol, yo desde dentro oía las voces que los transeúntes pronunciaban: “... que raro, hoy no sale el sol, ¿y si es verdad lo que dijo aquel chalao?”; aunque también oía voces contrastando la opinión, diciendo “... qué va a ser verdad, aquel tío se lo ha tinventado todo...”.
Todo iba bien, hasta que a las 12 del mediodía, escuché un relámpago, y el búnker empezó a temblar. La gente llamaba a la puerta. Querían entrar todos. Yo los ignoraba, aunque me doliera.
Esperé un par de días para salir de mi refugio. Todo estaba lleno de polvo, y a mi vista no había nadie. Empecé a caminar sin rumbo, sin saber qué hacer ni adónde ir. Al final de la calle vi un barranco, y bajo el barranco me pareció ver a una mujer.
Le empecé a gritar y a hacer señales, pero no respondía a ninguno de mis gestos. Decidí irla a buscar. Mientras bajaba me tropecé con una gran piedra, y me precipité hacia abajo. De repente oí una voz que decía: "-Cosemeeee, levántate que tienes que acabar la historia para mañana".

Iván Fernández, Marta López y Kevin Violat de 3r B



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